Quisiera referirme brevemente a la imposibilidad del consenso o de la confluencia entre secularidad y religión recurriendo al problema tal y como es planteado por Wittgenstein. Partiremos de la base de que el ámbito de la creencia religiosa y su lenguaje es muy distinto al de las creencias y el lenguaje de la vida corriente, de ahí que creyentes y no-creyentes utilicen imágenes completamente diferentes en sus discursos, tan distantes que resulta imposible que un ateo diga que está de acuerdo o en desacuerdo con un creyente cuando este habla, por ejemplo, del Juicio Final. Es más, ni siquiera puede decirse que lo entienda ni que no lo entienda; simplemente, al no tener dicho término ni significado externo (por no ser empírico) ni significado interno (por no poder comparar los contenidos conceptuales o los estados mentales a los que supuestamente corresponden), no puede saberse a qué se refieren cuando aseguran creer o no creer en el Juicio Final, ya que no disponemos de criterio alguno para tal fin. La verdad o la falsedad algo sólo tiene sentido en un juego de lenguaje o forma de vida determinados, es decir, donde ese algo cumple una función concreta, lo que hace pensar en, cuando menos, la máxima dificultad (por no decir la imposibilidad) de la traducción, tanto entre religión y secularidad como entre diferentes creencias, ya que los planteamientos tienen lugar en planos absolutamente distintos.
Lo anterior en cuanto a intentar hallar una explicación mediante el significado. Pero también existe la opción de intentar comparar creencias según los tipos de razones en los que se fundamenten. Y aquí nos topamos con la distinción wittgensteiniana entre decir y mostrar. Las creencias de la vida normal se basan en la ciencia o la razón, mientras que las religiosas se muestran en la vida ya que regulan el comportamiento del creyente, quien no puede apelar a la razón para tratar de demostrar sus creencias sin traicionarse a sí mismo, sin cambiar la fe (su ámbito) por la ciencia: no es lo mismo decir que "creo en el Juicio Final" a que "creo que si suelto este vaso caerá al suelo". Esto no quiere decir en ningún caso que la creencia religiosa tenga menor estatus -por decirlo de algún modo- que la creencia científica. Por ejemplo, el creyente que renuncie a una vida de placeres por su creencia en el Juicio Final, estaría arriesgando más de lo que estaría dispuesto a arriesgar por otras creencias no religiosas tal vez mejor fundamentadas.
Lo que pretendo decir con esto es que los presupuestos ontológicos tanto del creyente comparados con los del no creyente, como los de creyentes de diferentes religiones comparados entre sí, son tan dispares que se convierten en inconmensurables, lo que hace imposible, desde el punto de vista wittgensteiniano, cualquier consenso en esta materia.
Lo anterior en cuanto a intentar hallar una explicación mediante el significado. Pero también existe la opción de intentar comparar creencias según los tipos de razones en los que se fundamenten. Y aquí nos topamos con la distinción wittgensteiniana entre decir y mostrar. Las creencias de la vida normal se basan en la ciencia o la razón, mientras que las religiosas se muestran en la vida ya que regulan el comportamiento del creyente, quien no puede apelar a la razón para tratar de demostrar sus creencias sin traicionarse a sí mismo, sin cambiar la fe (su ámbito) por la ciencia: no es lo mismo decir que "creo en el Juicio Final" a que "creo que si suelto este vaso caerá al suelo". Esto no quiere decir en ningún caso que la creencia religiosa tenga menor estatus -por decirlo de algún modo- que la creencia científica. Por ejemplo, el creyente que renuncie a una vida de placeres por su creencia en el Juicio Final, estaría arriesgando más de lo que estaría dispuesto a arriesgar por otras creencias no religiosas tal vez mejor fundamentadas.
Lo que pretendo decir con esto es que los presupuestos ontológicos tanto del creyente comparados con los del no creyente, como los de creyentes de diferentes religiones comparados entre sí, son tan dispares que se convierten en inconmensurables, lo que hace imposible, desde el punto de vista wittgensteiniano, cualquier consenso en esta materia.
2 comentarios:
Debo empezar diciendo que no soy experta en Wittgenstein; sin embargo hay algo que me hace ruido en tu argumentación, a saber, la imposibilidad de un diálogo mínimo. Me parece que hay muchas y muy variadas experiencias de conversiones que parten de convicciones, de asentimientos y creencias. Todas ellas, aunque no son conocimientos científicos ni meramente empíricos, sí representan -de alguna manera- la posibilidad de diálogo y comprensión entre dos concepciones diferentes... no lo sé.
Hola. Bueno, no niego que haya posibilidades de diálogo, aunque me temo que sólo pueden darse en cuestiones que no toquen fundamentos. Si bien podemos coincidir en que, por ejemplo, el lenguaje está permeado de conceptos religiosos, ¿qué ocurre cuando hablamos no del consenso entre religión y secularidad sino del consenso entre diferentes religiones, en muchos casos radicalemente distantes? Sea como sea, pienso que un proyecto al estilo de Pico tiene validez en cuanto a idea regulativa; es positivo que se tienda al diálogo aun a sabiendas de las dificultades que entraña. En principio, con la intención del diálogo creo que ya puede decirse que hay cierto tipo de consenso, aunque sea mínimo.
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